Vale, tengo un problema, soy alcohólico. Siento que no puedo más. Estoy tirando mi vida vaso a vaso, apenas me reconozco. Paso casi todo el tiempo de mi vida borracho o de resaca, recuperándome de la última vez. Cuando me levanto, me prometo a mí y a mi familia que ésta será la última. Pero nunca lo es. Otra vez. Estoy harto de estar harto, no puedo con esto yo solo. Es más fuerte que yo. ¿Te sientes identificado?
1. Reconocer el problema
Ahora sí, estás decidido a tomar medidas drásticas. Estás dispuesto a hacer lo que haga falta para dejar de beber y tener una vida. Una vida digna, sana, que merezca la pena. En un momento de sobriedad lo ves claro, porque tu vida se está yendo al garete. Tienes un problema. Al fin y al cabo, es el primer paso y el más importante para empezar a reconstruir.
2. Entender que tienes una enfermedad
Si eres alcohólico, no eres un vicioso. Tienes una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud. Beber alcohol durante tanto tiempo ha producido ciertos cambios en tu cerebro que han anulado tu capacidad de autocontrol y la capacidad de parar el impulso de hacerlo. Ya no bebes de forma voluntaria, bebes porque no puedes dejar de hacerlo una vez te tomas la primera. He ahí la clave: la abstinencia. Si no tomas la primera, no se desatará la compulsión.
3. Pedir ayuda profesional
Si has reconocido que tienes una enfermedad, tendrás que comprender que no puedes auto tratarte, que no saldrás de esto tú solo. Primero, busca el apoyo de tu familia y amigos, y buscad juntos un psicólogo especialista en adicciones o un consejero en adicciones que trate a personas con problemas de adicción. Él será el responsable de trazar un plan de acción y de analizar si necesitas ingresar en una clínica de desintoxicación durante un cierto período de tiempo o si podrás comenzar la abstinencia de manera ambulatoria.
4. Grupo de apoyo
Además de las visitas individuales con un psicólogo o terapeuta de adicciones, es muy probable y necesario que asistas a terapias de grupo varias veces en semana, y comiences a relacionarte con gente que tiene tu mismo problema. Esto será parte del plan no sólo terapéutico, también de vida social. Ten en cuenta que el alcohol está muy presente en nuestra sociedad y las personas que no son alcohólicas y pueden consumir sin perder el control deben estar alejadas de tu día a día durante un tiempo hasta que logres la deshabituación y encadenes un tiempo importante de abstinencia sin recaídas.
5. Aléjate de la gente con la que bebías
Para prevenir recaídas, es un requisito indispensable que no te juntes con la gente con la que te juntabas cuando bebías. Sean amigos de la infancia, compañeros de trabajo, familiares…debes ser absolutamente egoísta y ponerte en primer lugar. Y debes contar con una cosa: no todo el mundo va a comprenderte. En tu círculo, es muy probable que haya gente con el mismo problema que tú, pero no está dispuesta a dejar de consumir alcohol. No es tu deber convencerles, tu deber es convencerte a tí y tomar las medidas necesarias, por duras que sean. Es tu vida la que está en juego.
6. Escribe un diario
¿Cuál ha sido el detonante de que hayas decidido dar el paso? Haz una lista de las ventajas y desventajas de dejar de beber. Sé honesto y también optimista sobre una vida libre de alcohol, tus nuevos objetivos y motivaciones, tus miedos, tus dudas, tu nueva perspectiva. ¡Escribir resulta liberador!
7. Nueva vida saludable
Haz planes con gente abstemia y apóyate en tus nuevos amigos de terapia. Te sorprenderá la cantidad de cosas que se pueden hacer sin tener que beber alcohol. Enfócate en el deporte, sobre todo cuando vengan las ganas de beber, pero también como parte del plan de tu nueva vida. Musculación, clases colectivas, running, deportes de contacto…busca qué te gusta y qué quieres aprender.
8. La recaída puede ser parte de tu proceso…o no
Debes entender algo importante: una persona alcohólica tiene una tendencia natural a la recaída. Precisamente por eso es una enfermedad, y por eso tiene un carácter crónico. Estar en rehabilitación o tratamiento reduce en gran medida las posibilidades de recaer, pero un evento con mucho impacto emocional en tu vida puede golpearte y hacer que el dolor que sientes haga aparecer la opción de beber para aliviarte. En cualquier caso, no te rindas, mantente en contacto con alcohólicos en recuperación y retírate de las situaciones en las que sientas que vas a perder el control. La recaída no es el final, y de hecho puede ser el cimiento sobre el que construir una rehabilitación real y duradera.