La adolescencia es un periodo crítico en la vida de nuestros hijos, ya que es una etapa vulnerable en la que se producen muchos cambios tanto a nivel físico como emocional, y la necesidad acuciante de “emanciparse” sentimentalmente de sus padres, ubicar su núcleo de amistades y comenzar a hacer actividades con ellos fuera del entorno familiar. Para muchos, es una época pasajera de cierta rebeldía ante las figuras de autoridad, de idealismo, o de probar cosas nuevas…como el alcohol y el tabaco.
Sobrellevar la propia adolescencia no es tarea sencilla. Como decíamos, ocurren cambios y refugiarnos en el alcohol, en sustancias o en comportamientos es el camino fácil y accesible para tapar determinadas carencias afectivas o emocionales, miedos, inseguridades y todo lo que conlleva la transición a la vida adulta.
Alcohol y tabaco: puerta de entrada
En la mayoría de sociedades occidentales, la gran problemática es que tanto el alcohol como el tabaco son muy sencillos de conseguir sin ser mayor de edad, son drogas legales y los progenitores las consumen. Por ello, asumimos que es normal que con 13 o 14 años empiecen a salir, hagan “botellón” y rodeen sus momentos de ocio de alcohol…al igual que hacen sus mayores.
Según el último informe la Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUDES) en España, el alcohol el tabaco y el cannabis siguen siendo las sustancias que más consumen los jóvenes de entre 14 y 18 años, aunque los hipnosedantes cobran cada vez más importancia, y tras ellos, la cocaína y las drogas de síntesis. La edad media de comienzo es entre los 13 y los 16 años, el 35% consume más de una sustancia y sobre todo las consumen quienes llegan más tarde a casa y salen por la noche.
Factores de riesgo
¿Adolescentes con adicciones? Si bien es complicado que un joven entre 13 y 17 años desarrolle una patología adictiva debido a que probablemente no desarrolle todavía esa necesidad compulsiva de consumir algún tipo de tóxico, sí que deberíamos estar alerta ante determinadas señales en la conducta de nuestros hijos. No podemos normalizar que fumen tabaco, beban alcohol, prueben el cannabis…y debemos preguntarnos si nosotros, como padres, somos un buen espejo: ¿bebemos en casa? ¿fumamos tabaco en casa?
* Antecedentes familiares de abuso de alcohol u otras sustancias
* Patologías mentales como depresión, ansiedad, TOC (comportamientos obsesivo-compulsivos) o TDAH (déficit de atención e hiperactividad)
* Traumas: en este apartado, no hablamos solo de traumas como pueden ser abusos sexuales, también existen ciertos episodios de la vida que la persona vivencia como traumas.
* Baja autoestima
* Baja tolerancia a la frustración
Hemos de prestar atención al comportamiento del adolescente, sobre todo si hubiese cambios repentinos y drásticos en su rutina diaria habitual, se mueve con otras amistades, rinde menos en sus estudios o está dejando de lado su imagen personal. El pasotismo y la apatía suele ser una señal a tener en cuenta en caso de consumo de porros, el aislamiento de la vida familiar y el desafío a las normas parentales, y por supuesto encontrar parafernalia relacionada con el consumo de sustancias en su habitación.
Adicciones comportamentales o sin sustancia
El auge de las nuevas tecnologías en los últimos 10 años ha supuesto una explosión de nuevas adicciones: el teléfono móvil y las aplicaciones como las redes sociales, las apuestas online y los videojuegos son sin duda las adicciones comportamentales más relevantes a día de hoy. El 18% de la población entre los 14 y los 18 años realiza un uso abusivo de las nuevas tecnologías, según los datos del Gobierno.
En este aspecto, las adicciones sin sustancia funcionan en el cerebro de la misma forma que lo hacen las drogas, y siendo muy reduccionistas, tiene mucho que ver con el sistema dopaminérgico del cerebro. Los adictos sienten malestar generado por la falta de control de su adicción, frustración y ansiedad cuando no pueden consumir (craving).
La ludopatía, que ha crecido al ritmo que lo han hecho las casas de apuestas, representa uno de los grandes problemas en la sociedad: la conducta reforzante que lo causa es conseguir dinero fácil.
Prevención
Es importante remarcar el componente genético de la adicción: aproximadamente un 10% de la población tiene una tendencia implícita en sus genes a desarrollar alcoholismo, ludopatía, adicción a drogas…por lo que cuando hablamos de adicción nos gusta hablar de enfermedad de la adicción, y la persona tiene que tratarse no solo por la adicción a la sustancia estrella, sino enfocarse en la abstinencia completa de todo tipo de drogas.
La mejor herramienta que podemos usar ante los problemas de nuestro hijo adolescente es el apoyo, la comprensión y el diálogo. Compartir tiempo con él, conocer a sus amistades, sus inquietudes, darle la importancia que merece…muchos progenitores carecen de este tipo de atención hacia su hijo y tratan de paliarlo con compras y cosas materiales, lo que no hace sino potenciar un posible comportamiento adictivo: quiero algo, y lo quiero ya.
Como mencionamos al inicio del artículo, ser un buen ejemplo para nuestros hijos y no consumir bebidas alcohólicas ni tabaco en casa sería lo ideal, aunque si nuestros progenitores son adictos es muy complicado que esto ocurra. En cualquier caso, una charla educativa sobre los riesgos y consecuencias del consumo de drogas puede ser muy positiva, así como potenciar su autoestima, fomentar su desarrollo personal, incentivarlo a que busque una afición sana como puede ser un deporte, e incluso barajar la opción de acudir a un psicólogo con el objetivo de trabajar su personalidad y que desarrolle una buena salud mental.