Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adicción es una enfermedad física, psicológica y emocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia o droga, actividad o relación, y que se caracteriza por un conjunto de signos o síntomas en los que intervienen factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales.
Entendemos que es de vital importancia comprender que las personas adictas no son adictas porque consumen drogas, sino que consumen drogas porque son adictas. No hay diferencias entre ser consumidor o adicto a una determinada sustancia o a otra, la enfermedad es la misma y el consumo es solo la punta del iceberg, el síntoma visible. La tendencia natural de un adicto que no está en tratamiento y quiere dejar de consumir un tipo de droga es que la sustituya por otra.
Tabaco
Es la adicción al tabaco provocada, principalmente, por uno de sus componentes activos: la nicotina. La acción de dicha sustancia acaba condicionando el abuso de su consumo. Constituye un grave problema de salud pública y es responsable del fallecimiento de alrededor de 8 millones de personas cada año en el mundo, según la OMS. Afortunadamente, existen multitud de tratamientos para dejar de fumar. Los no farmacológicos se basan en la realización de terapia psicológica individual o grupal, y los farmacológicos incluyen parches de nicotina, chicles, bupropión o vareniclina.
Alcohol
El alcohol es una droga legal, cuyo consumo está “blanqueado” por la sociedad. La aceptación social con la que cuenta dificulta que los adictos a esta sustancia identifiquen que tienen un problema, pues lo normal para la gran mayoría de personas es tener el hábito de beber, aunque sea únicamente en ocasiones consideradas “especiales”. En todo el mundo, más de una cuarta parte (27%) de los jóvenes entre 15 y 19 años consumen alcohol, sobre todo en Europa. De hecho, es la sustancia con la que la gran mayoría de los adictos se inician y que les lleva a consumir otras drogas.
El tratamiento más común para el abuso de alcohol es el internamiento en una clínica de rehabilitación, en el que se realizan varios tipos de terapia conductual y en el que el médico especialista en adicciones puede pautar una medicación que ayude a paliar el síndrome de abstinencia. Asimismo, se puede reforzar con medicamentos como Disulfiram, que causa síntomas desagradables como náuseas y enrojecimiento de la piel cada vez que la persona beba alcohol. Saber que beber causará estos efectos desagradables puede ayudar a mantener la abstinencia.
Cannabis
Se trata de la droga ilegal más cultivada, traficada y consumida a nivel mundial, ya que cuenta con alrededor de 192 millones de consumidores en todo el mundo. El gran problema del cannabis es que se percibe como una droga blanda, segura, natural y poco adictiva. Es por ello que su consumo comienza a edades cada vez más tempranas (incluso 12 o 13 años), cuando el desarrollo físico y neurológico todavía no ha terminado. Es muy posible que el consumo de porros sea una de las causas del fracaso escolar de los jóvenes y de la ruptura con su entorno social de referencia. Además de su peligrosidad en personas vulnerables por la posible aparición de psicosis, sus efectos más notorios son la apatía y la pérdida de interés en otras actividades que producen, así como la disminución en la capacidad de concentración y de memoria.
El tratamiento incluye la terapia cognitivo-conductual, que ayudará a la persona a identificar los estímulos que incitan al consumo, así como los hábitos que cronifican el problema. Asimismo, las técnicas de relajación y mindfulness pueden ser de gran ayuda para evitar una recaída y evitar que el estrés haga aparecer la opción de volver a consumir.
Psicofármacos
Si bien en el caso del alcohol la problemática es su gran aceptación social o en el caso del cannabis lo es su percepción de droga blanda y poco peligrosa, en el terreno de los psicofármacos el gran problema de estas drogas es que vienen avaladas por una receta médica. En un mundo occidental dominado por el neuroticismo y con graves problemas de depresión, ansiedad y mal sueño, las pastillas para reducir la ansiedad (ansiolíticos) y las que inducen al sueño (hipnóticos) se consumen desproporcionadamente y su consumo ha aumentado en los últimos 20 años de forma alarmante.
Cuando el consumo de estos fármacos es elevado, es necesario llevar a cabo una desintoxicación que puede ser ambulatoria o en una clínica especializada. En ambos casos, mientras el adicto va identificando el problema mediante la terapia individual y grupal, se realizará una reducción progresiva de la ingesta hasta lograr la abstinencia completa. Es importante resaltar que estos fármacos no se pueden dejar de un día para otro, ya que poseen un peligroso síndrome de abstinencia que se asemeja al del alcohol o los barbitúricos.
Cocaína
La cocaína es una sustancia psicoactiva que se extrae del arbusto de la coca del género Erythroxylum. Tiene un poder adictivo muy alto y se estima que un 21% de la gente que la prueba será dependiente de ella en algún momento de su vida. A corto plazo, los consumidores de cocaína se sienten eufóricos, conversadores, con mucha energía y mentalmente alerta. También, disminuye el apetito y la necesidad de dormir. A largo plazo, conduce a estados de irritabilidad, inquietud y paranoia pudiendo producir episodios de psicosis. También impacta notablemente sobre el sistema cardiovascular llegando a producir hasta la muerte.
Como ocurre con cualquier drogadicción, la adicción a la cocaína es una enfermedad compleja que involucra cambios biológicos en el cerebro así como innumerables problemas sociales, familiares y del entorno del adicto. Por lo tanto, el tratamiento de la adicción a la cocaína debe ser integral y las estrategias deben evaluar los aspectos neurobiológicos, sociales y médicos del uso indebido de la droga por parte del paciente.
