Esta es, sin duda, la gran pregunta que se hacen los padres de cualquier chico o chica con problemas de adicción. Cuando cumplen la mayoría de edad, pasan a ser completamente responsables de sí mismos, por lo que se hace mucho más complicado ponerles límites si deciden salir con sus amigos o tomar determinadas decisiones. De cada diez jóvenes que se inician con el alcohol y las drogas, que suele ser a los 14 años, hay uno que será drogadicto.
¿Es drogadicto?
En primer lugar, sería importante observar a nuestro hijo/a para determinar si las sospechas pueden ser ciertas y sus comportamientos se están tornando extraños. Existen algunas señales de alarma que nos pueden sacar de dudas:
- Mentiras y ocultaciones incluso en temas banales.
- Robos, hurtos, denuncias, peleas, problemas de juicios.
- En el trabajo o en clase: ausencias injustificadas, bajas calificaciones.
- Problemas comportamentales: dificultades con la rutina y los horarios, pereza o hiperactividad al extremo, desmotivación, apatía.
- Exceso de tiempo fuera de casa.
Comunicación
En segundo lugar, los padres tenemos que predicar con el ejemplo y establecer una relación de confianza con nuestro hijo drogadicto. Tenemos que mantener las bebidas alcohólicas fuera de casa, hacer actividades sanas y ser buenos modelos a seguir, ya que de lo contrario nuestro hijo encontrará una justificación perfecta para seguir consumiendo. En cuanto podamos, lo mejor será planificar actividades con él y estrechar la relación para poder hablar en confianza en un momento en el que no esté drogado.
Es importante hablar con asertividad, preguntar sobre los comportamientos que nos generan dudas de él y no imponer o sermonear. Después, podemos sacar conclusiones y existen dos posibilidades: la primera es que esté en negación y justifique su consumo o que no considere que tiene un problema. La otra es que esté empezando a sufrir las consecuencias del consumo, que esté cansado y que esté dispuesto a recibir ayuda.
Enfrentar las consecuencias
En caso de negación, justificación y continuidad de consumo y de comportamientos, la cruda realidad es que tenemos que poner límites y dejar que se estrelle en vez de protegerlo. Debe enfrentar por sí mismo las consecuencias de su adicción, no darle dinero si se lo gasta y no sacarle de los problemas en los que se mete. Si la situación se vuelve tensa y nos está afectando, puede que haya que llegar a tomar la decisión de separar los caminos e invitarle a salir de casa, remarcando que cuando esté dispuesto a recibir ayuda, se le apoyará.
Ayuda psicológica
La adicción es una enfermedad que afecta tanto al propio adicto como a la familia. Es muy posible que uno de los progenitores desarrolle codependencia, esto es, hacerse adicto al adicto.
Si nuestro hijo está dispuesto a recibir ayuda, debemos buscarla. Sería importante hablar con un psicólogo experto en adicciones o con un centro de tratamiento. Estos serán los responsables de estudiar el caso y ver cual es la mejor opción, ya que en función de la gravedad, de las drogas que use, del tiempo de consumo y de las cantidades, puede que haya que estudiar la opción de un ingreso en un centro de desintoxicación. Otros casos pueden salir adelante con un centro de día o con un tratamiento ambulatorio.
Asimismo, será crucial que los familiares también reciban terapia por parte de psicólogos especializados, que les ayudarán a tratar sus propios problemas y dudas y sobre todo, a comprender que su hijo tiene una enfermedad y cómo han de enfrentar las situaciones que se pueden dar en adelante.