Dadas las características de nuestra sociedad consumista, en las que damos quizá demasiada importancia a los bienes materiales, cada vez hay más personas que pueden llegar a perder el control a la hora de comprar ayudados por las nuevas tecnologías y la posibilidad de comprar haciendo simplemente un click, ya que no hay necesidad a día de hoy de estar en una tienda de ropa o electrodomésticos para vaciar nuestras tarjetas.
Perfil de adicto a las compras
Este trastorno de comprar compulsivamente cosas que en realidad no necesitamos, también se denomina oniomanía, y es una patología que comparte muchos rasgos en común con otras conductas adictivas. Se estima que su prevalencia está entre el 2 y el 8% de la población, y es más común de lo que pensamos. El perfil de comprador compulsivo más habitual es el de mujer estudiante y/o trabajadora de entre 20 y 50 años.
Un estudio de 2015 determinó que las mujeres adoptan una actitud más compulsiva en el momento de realizar compras innecesarias, y sienten emociones más intensas en comparación a los hombres. Las mujeres tienden a realizar compras compulsivas en relación a la moda, ropa, zapatos y complementos y los escasos hombres que padecen esta necesidad son más propensos a gastar su dinero en aparatos electrónicos y en nuevas tecnologías.
Causas
El proceso de hacerse adicto a las compras compulsivas, al igual que sucede en otras adicciones comportamentales y también en el caso de las drogas, tiene su origen en el cerebro, y en concreto en el sistema de recompensa. Si una conducta nos causa placer o satisfacción a través de la liberación de dopamina, el cerebro tiende a repetirla. Probablemente, los adictos a las compras son de ese 10% de la población que cuenta con una predisposición genética a la adicción.
Las causas ambientales que favorecen la aparición de adicciones en las personas van desde carencias emocionales y afectivas desde el núcleo familiar, trauma o experiencias de abuso, trastornos mentales concomitantes, problemas de abuso de sustancias, miedos, inseguridades, baja autoestima y la necesidad de llenar un vacío que tape el malestar que se siente por dentro. Asimismo, el estrés es un disparador claro: cuando estas personas padecen estrés, tienden a querer escapar de su realidad en ese momento usando el alivio de comprar.
Consecuencias
Aquellas personas que lo sufren, son capaces de dilapidar una cantidad de dinero mayor que la que ingresan, por lo que pueden sufrir problemas económicos, laborales o familiares.
La línea que separa al adicto a las compras del comprador estándar es la pérdida de control y el sufrimiento que le acarrea no ser capaz de detener su propia conducta, y que le lleva a perpetuar su malestar comprando más porque piensa que así se terminará sintiendo mejor. Asimismo, pasa factura en el plano psicológico, causando ansiedad, depresión y sentimientos de culpa.
La Oniomanía, en sus comienzos, puede pasar desapercibida para los familiares si no llega a causar problemas económicos, y la propia persona puede ponerse a la defensiva si se le insinúa que puede tener un problema.
Tiene tratamiento
El tratamiento fundamental es de terapia, por lo que psicólogos, psiquiatras y centros de adicciones serán los responsables de programar un abordaje psicoterapéutico que incluya otros posibles trastornos mentales concomitantes, como pueden ser la depresión o el TDAH. Tanto la terapia de corte cognitivo-conductual individual como la terapia de grupo son importantes, y en esta última la identificación con otros pacientes con la misma problemática supone una gran ayuda.
Los centros de adicciones suelen contar con un médico especialista en adicciones que puede ver con buenos ojos incluir un tratamiento farmacológico que incluya un ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) o Topiramato, un medicamento específico para el control de los impulsos.
