La historia de Rubén
Rubén tenía 28 años cuando ingresó en un centro. Quizá sea un caso un tanto particular, pero merece la pena contarlo ya que ilustra perfectamente la necesidad de la figura del adicto recuperado en el proceso de recuperación de alcoholismo o adicción a drogas.
El periplo que llevó a Rubén a ingresar en aquel centro se gestó a lo largo de varios años.
Con 11 años sufrió un evento que le marcó, y es que unos chicos más mayores que él trataron de robarle a él y dos amigos más que le acompañaban en un centro comercial de una gran ciudad española. Poco tiempo después aparecieron los primeros síntomas de pánico y ansiedad y acudió a una psicóloga. A los 13 y los 14 años de edad aparecieron los porros y el alcohol, que fueron su fiel escudo hasta los 18, momento en que el pánico, la ansiedad y una recién descubierta depresión volvieron con mucha fuerza y le remarcaron que los porros no solo habían parcheado el problema (sin éxito) durante un tiempo, sino que al cabo de unos años lo habían multiplicado. A esa edad empezaron los psiquiatras y las pastillas, visitando a más de 20 entre los 18 y los 28. Luego llegaría también el póker y la cocaína, pero esa es otra historia.
El adicto recuperado antes del centro de desintoxicación: diagnóstico
El mensaje fundamental que os quiero transmitir con la historia de Rubén, es que tras muchos años de psiquiatras, su vida no comenzó a florecer hasta que no llegó a la consulta de Pablo, un adicto con más de 10 años de recuperación, que identificó rápidamente lo que realmente era el problema principal de Rubén y que ningún psiquiatra le había diagnosticado: adicción.
Un adicto recuperado, al haber vivido en sus propias carnes un proceso tanto de adicción como de recuperación, tiene una herramienta extra que carecen muchos profesionales de la salud mental: la propia experiencia. Un adicto miente y manipula como forma de vida para garantizar la supervivencia de su adicción, y Rubén era un experto en hacer ver a todos los psiquiatras por los que pasó, que su consumo era esporádico y no problemático. Asimismo, centraba su relato en los problemas de ansiedad y depresión, lo que dificultaba aún más la detección del problema por parte de los psiquiatras. A los 4 días de ir a verle, y viendo que no era capaz de parar de consumir por su cuenta, Rubén cogería el tren que le llevaría a su nueva vida, al centro de desintoxicación donde empezó a recuperarse.
Parece evidente que, si vemos que tenemos un familiar con problemas de salud mental y/o adicciones concomitantes, pensemos en los profesionales que se dedican a tratar estos asuntos: médicos, psiquiatras o psicólogos. La historia de Rubén podría haberse acortado en el tiempo en caso de que un adicto recuperado le hubiese valorado unos años antes de llegar a la espiral de destrucción que tuvo lugar los dos últimos años de su consumo. O quizá fue esa espiral de destrucción de la que no veía salida la que potenció su capacidad de recuperación cuando en el centro le explicaron más detenidamente lo que Pablo le contó en aquella consulta sobre la adicción. En cualquier caso, está claro que en su historia la aparición de la figura del adicto en recuperación marcó un antes y un después, sobre todo si tenemos en cuenta el detalle de que Rubén ingresó en el centro tomando más de 30 pastillas diarias, y a día de hoy solo necesita tomar dos para estabilizar su trastorno ansioso-depresivo.
La figura del adicto recuperado en los centros de desintoxicación
Actualmente, y gracias a la gran influencia del Modelo Minnesota de Estados Unidos, en nuestro país existen multitud de centros de desintoxicación en los que el adicto recuperado es un protagonista fundamental en el esquema de tratamiento, bien sea como monitores, trabajadores sociales, terapeutas o psicólogos. Se revelan como modelos a seguir, y conocedores de todo el proceso que requiere la recuperación de primera mano. La clave radica en la labor de acompañamiento que son capaces de realizar, ya que aunque cada adicto tenga sus rasgos propios y personales, éstos llegan a identificarse con el trabajador del centro que ha pasado por lo mismo a nivel de conductas, pensamientos y emociones, y el hecho de ver a una persona allí que ha pasado por lo mismo y ha normalizado su vida, es una fuente de motivación y aliciente para seguir el proceso de recuperación y ver de primera mano que es posible dejar de consumir drogas, tener una vida digna y disfrutar de ella.
Cuando a la experiencia propia se le unen los estudios teóricos y científicos, que son fundamentales para conocer en profundidad los mecanismos de la adicción en el cerebro de las personas, el potencial de ayuda se multiplica ya que son capaces de explicar tanto a los pacientes como a los familiares la enfermedad que padecen, y dar orientación y pautas a unos y otros en el camino de la rehabilitación hacia una vida libre tanto de sustancias como de conductas adictivas que pueden surgir en el proceso.
La figura del adicto recuperado después del centro de desintoxicación
Tras un periodo intensivo en un centro, que se suele prolongar hasta los 3 meses, a continuación viene un periodo muy importante que es el de rehabilitación, y como su nombre indica, se trata de habilitar al adicto para vivir su propia vida sin necesidad de consumir ninguna sustancia. Hay personas que pueden permitirse estar un tiempo en un piso terapéutico, mientras otros vuelven a su lugar de residencia para seguir un tratamiento ambulatorio. De las dos formas, conocerán en las terapias de grupo a personas que llevan más tiempo que ellos, y que serán su fuente de fortaleza y esperanza ante los baches que puedan surgir en el camino. Ya no hablamos solo de los terapeutas y mentores que trabajan o están asociados al propio centro, sino de otros pacientes que están en el proceso de aprender a vivir sin drogas, y que serán las principales relaciones personales que empezará a tener fuera del centro de desintoxicación.
Cuánto tiempo limpio se requiere para ser considerado un adicto recuperado
Dado que la adicción es una enfermedad crónica con tendencia a la recaída, y cualquier adicto está potencialmente en peligro de volver a tomar por mucho tiempo que lleve limpio, puede resultar complicado establecer un tiempo determinado tras el cual se considere que un adicto puede estar “recuperado”, que en ningún caso quiere decir “curado”.
De acuerdo a los criterios que establecemos en Reinservida, una persona puede tardar de 3 a 5 años en interiorizar que padece una enfermedad, si previamente ha hecho un trabajo conductual y cognitivo potente y su vida ya se basa en una rutina que le mantiene alejado de sustancias y otras conductas adictivas y puede ser un ejemplo vivo de lo que significa vivir en recuperación para enseñar el camino a otros.