La cocaína es la droga que más se consume en España después del tabaco, el alcohol y el cannabis, por lo que es bastante común encontrar en consulta a parejas de adictos a esta sustancia que no saben qué hacer cuando se enfrentan a esta problemática.
Tenemos que partir de una base, y es que el adicto a la cocaína es una persona enferma. Puede variar de una persona a otra el grado de declive al que ha llegado o la gravedad de la adicción en ese momento, pero hay que tener en cuenta que es una enfermedad crónica y progresiva, es decir, empeora con el tiempo y las consecuencias del consumo son cada vez peores.
Antes de que el problema de la cara, es posible que hayan pasado incluso años desde que tu pareja consume y no te habías percatado, ya que muchas personas son capaces de llevar una doble vida hasta ese momento y ser auténticos maestros del engaño y la manipulación.
Señales a las que prestar atención
Físicas. Hay que fijarse sobre todo en la nariz, por si tiene restos de polvo blanco, y otros síntomas como estornudos y mucosidad frecuente sin estar con fiebre o gripe también son característicos, así como la dilatación de las pupilas o enrojecimiento e irritación de los ojos. También debemos fijarnos en si hay posibles restos en su ropa o en las tarjetas de crédito, por ejemplo.
Comportamentales. En el momento en que las personas consumen cocaína, un indicador claro es la sensación de euforia e hiperactividad que produce, aunque puede camuflarse si también se está bebiendo alcohol. Asimismo, cambios en el apetito, comer menos durante días y después dar algún atracón y/o pérdida de peso en poco espacio de tiempo puede indicar que el consumo se está agravando. Observar si al estar con él hace muchos viajes al cuarto de baño, tener una rutina más desordenada de lo normal con salidas nocturnas y pasar el día siguiente demasiadas horas durmiendo (vigilar si usa medicamentos ansiolíticos para contrarrestar el efecto) o con un estado de tristeza, apatía cansancio o depresión u observar cierto distanciamiento en la relación de pareja al pasar más tiempo con otras amistades o “amigos de consumo”.
Dinero. Puesto que consumir cocaína, sobre todo si es a diario, no es una adicción barata, fijarnos en el estado de la economía familiar y ver si suele faltar dinero puede ser un buen indicador, saber si está usando realmente el dinero en lo que dice o guarda para poder ir a comprarla.
El tema económico suele ser el primero que hace ver la realidad del problema, así como tener otro tipo de consecuencias por el consumo como problemas laborales o del estado de ánimo como ansiedad y depresión.
Cómo abordar la situación
Lo más probable, en un primer momento y cuando descubres el “pastel”, es que tengas ganas de explotar de ira hacia tu pareja adicta, ya que tendrás varios sentimientos al respecto y no sabes como ponerlos en orden. Si tienes las evidencias claras de que consume, esa no sería la mejor manera de proceder, sobre todo si le culpabilizas o le atacas. Has de abordar el tema de forma relajada, sin perder los nervios y dispuesto a ofrecerle tu ayuda para buscar una solución, ya que de lo contrario tendréis un conflicto lleno de reproches.
Si el adicto no reconoce que consume, el siguiente paso sería ocuparte de ti, por todo lo que puede generar esta situación. En ese caso, lo más recomendable es que busques a un psicólogo o especialistas en adicciones para que puedan asesorarte tanto a ti como a tu pareja en un futuro si se decide a reconocer el problema. Debes ponerte en primer lugar e incluso plantearte la continuidad de la relación si el adicto sigue en negación y no está dispuesto a cambiar.
Otra posibilidad es que el adicto reconozca el problema, y no solo eso, debe estar dispuesto a tratarse y dejar la cocaína. En ese momento, puedes empezar a buscar ayuda junto a él, ponerte en contacto con centros de tratamiento de adicciones y analizar todas las posibilidades posibles para realizar un tratamiento, incluyendo acompañarle a él a una primera sesión de valoración. Dependiendo de la gravedad y lo avanzado de su proceso de adicción, quizá haya que optar por un centro de desintoxicación para iniciar el proceso durante dos o tres meses, o quizá pueda comenzar de forma ambulatoria.
Sí definitivamente accede al tratamiento, esta situación puede servir para fortalecer la relación y el adicto sentirá un gran respaldo si le apoyas durante el proceso, ya que para los adictos es todo un desafío enfrentarse al problema y estar dispuesto a cambiar.
Qué es lo que NO te va a ayudar
Juzgar y culpabilizar. Recuerda que el adicto es un enfermo, por lo que juzgarlo y culpabilizarlo por ello lo único que conseguirá es que se hunda más. Procura que no sea un tema tabú y habla con él sobre ello con normalidad, desde el cariño y la asertividad. No olvides que para ellos puede resultar incómodo de cara a la sociedad, que suele juzgar la adicción como un vicio y no como un problema de salud.
No hables con él cuando esté drogado. Si tu pareja ha consumido, no va a estar consciente de lo que le dices y mucho menos va a estar receptivo a la conversación. En estos casos lo más probable es que todo acabe en una discusión.
Controlar todo lo que hace. Un adicto que siente que lo controlan en todo momento se siente presionado, sobre todo si está en las primeras fases de su recuperación, y este comportamiento por parte de la pareja podría dañar la relación, además de ser un síntoma claro de codependencia. Deja que sean los profesionales quienes le ayuden.
Prohibir el consumo. Este es un asunto que deben manejar desde la consulta los centros de adicciones, que suelen realizar controles semanales de orina, y la propia persona que ha de ser la que desee recuperarse. La prohibición por parte de la pareja puede traer mentiras y ocultación por parte del adicto.