La ketamina, un compuesto con una historia fascinante, comenzó su andadura en los laboratorios como anestésico y ha terminado en las calles, donde su mal uso es motivo de preocupación para la salud pública, con una gran cantidad de adictos que requieren tratamiento para desengancharse. Este artículo narrará los orígenes de la ketamina, sus aplicaciones médicas legítimas, las causas y consecuencias de su abuso y las opciones de tratamiento para aquellos que luchan contra la adicción a esta sustancia.
Historia y usos médicos
Descubierta en 1962 por los científicos Calvin Stevens en los laboratorios de Parke-Davis, la ketamina fue aprobada por la FDA en 1970 como anestésico. Se volvió popular porque, a diferencia de otros anestésicos, la ketamina no deprime significativamente el sistema respiratorio ni la circulación. Durante la guerra de Vietnam, se utilizó con frecuencia en el campo de batalla debido a sus propiedades anestésicas rápidas y seguras.
En el ámbito médico, la ketamina se usa principalmente como anestésico en procedimientos quirúrgicos cortos y para la sedación en procedimientos de diagnóstico. Además, en dosis más bajas, ha mostrado eficacia como tratamiento para la depresión resistente a otros tratamientos, especialmente por su capacidad para aliviar los síntomas de forma rápida. También se estudia su uso en el tratamiento del Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) y los trastornos de dolor crónico.
Consumo recreativo
El uso recreativo de ketamina comenzó a ganar popularidad en la década de 1970 y ha ido en aumento en ciertas subculturas, especialmente en la escena de los clubes nocturnos y fiestas. Muchas personas la consumen por su capacidad para producir sensaciones disociativas y alucinógenas, lo que ha llevado a que sea catalogada comúnmente como una «droga de fiesta». Sin embargo, su consumo no está exento de riesgos y consecuencias graves.
Consecuencias del consumo de ketamina
El abuso de ketamina puede llevar a efectos secundarios agudos como trastornos cognitivos, delirios, amnesia, y dificultades respiratorias. A largo plazo, puede causar daño a la vejiga, conocido como cistitis intersticial, que puede ser grave y requerir tratamiento quirúrgico. El uso crónico también está asociado con alteraciones en la memoria y el pensamiento crítico, y puede conducir a la dependencia y adicción.
Cómo tratar la adicción a la ketamina
El tratamiento para la adicción a la ketamina comienza, a menudo, con la desintoxicación, seguida por terapias de apoyo como la terapia cognitivo-conductual, asesoramiento y grupos de autoayuda. Los médicos pueden prescribir medicamentos para tratar los síntomas de la abstinencia y las complicaciones médicas derivadas del abuso prolongado. Una parte integral del tratamiento es la intervención psicosocial, la cual ayuda a modificar los patrones de comportamiento y fortalecer las redes de apoyo social.
En definitiva, la ketamina ha recorrido un largo camino desde su invención en el siglo XX. De ser un avance médico a convertirse en una preocupación de la salud pública, su historia pone de manifiesto la fina línea que separa el uso médico del abuso recreativo. A medida que la sociedad navega por los desafíos que presenta el abuso de sustancias, es esencial que se pongan en práctica políticas informadas y compasivas para tratar la adicción a la ketamina y apoyar la recuperación de estas personas.