Vivimos en un mundo de extremos, donde o bien existen personas que se descuidan físicamente con sedentarismo, comida basura y largas sesiones de Netflix, o tenemos el caso contrario, de personas que entrenan y cuidan su figura hasta niveles patológicos mediante gimnasio y dieta muy estricta. Estos últimos corren el grave peligro de dejarse seducir por una práctica muy extendida y cada vez más normalizada en las redes sociales como es el consumo de esteroides.
La vigorexia, también conocida como dismorfia muscular, es un trastorno que pese a que no se incluye en las diversas calificaciones de enfermedades médicas existentes, conlleva una obsesión insana y llevada al límite en lo referente a la consecución de un cuerpo perfecto a nivel muscular, que también afecta al apartado nutricional para lograr la mínima grasa corporal que sea posible. Es importante reseñar que no se debe diagnosticar a la ligera esta patología a las personas simplemente por el hecho de que se preocupen por su salud a la hora de ingerir alimentos o por su físico, ya que hasta cierto punto y en unos niveles de “normalidad”, resulta beneficioso para la salud.
Como en otros casos de adicciones, el objeto de la adicción se convierte en la actividad central de su vida, y en este caso es el gimnasio y la dieta, buscar la manera perfecta de entrenar y comer conllevan una obsesión que hace que todo gire en torno a ello, sacrificando otros aspectos importantes de la vida como la familia, las relaciones u otros intereses o actividades de ocio. De hecho, salir a comer fuera puede ser toda una odisea para las personas que viven por y para su físico, y acudir al gimnasio a entrenar aparece en primera posición en su lista de prioridades.
Cuando entran en juego los esteroides anabólicos
La vigorexia puede ser hasta cierto punto manejable si se opta por la vía sana, que es la de no tomar esteroides. Algunos incluso practican el culturismo y desde hace unos 6 o 7 años se está popularizando hacerlo de forma natural, sin sustancias dopantes.
El problema es que la tentación de verse más grande, y una sociedad enfocada en el camino fácil para lograr metas y prisas por verse en la mejor forma posible, llevan a muchos chavales jóvenes y no tan jóvenes (la vigorexia afecta a hombres y mujeres de entre 18 y hasta 40 años) a dejarse influenciar por otros conocidos del gimnasio que ya tienen experiencia con el uso de anabolizantes.
Qué son los esteroides anabólicos
No debemos ni engañar, ni engañarnos: los esteroides son drogas pese a que aparentemente no producen un “colocón”. Se trata de derivados sintéticos de la testosterona, la hormona masculina característica que permite el anabolismo, y que en un cuerpo y de forma natural produce una determinada cantidad que es suficiente para la gran mayoría de personas. Para este restante de personas, los esteroides se usan como medicamentos en la práctica médica para tratar el hipogonadismo, la pubertad tardía y la impotencia, ya que también poseen características androgénicas que aumentan el desarrollo de características sexuales masculinas.
Al tomar de forma oral o inyectada los esteroides, el cuerpo deja de producir la testosterona endógena, y se produce una supresión del funcionamiento normal de los testículos, quedando más pequeños de lo normal. El fin que persiguen quienes los usan no es otro que ganar más masa muscular que la que es posible de forma natural, por lo que muchos de sus usuarios presentan entre 10 y 30 kg más del peso normal respecto a su altura.
Otro problema que va más allá de los esteroides es que pueden entrar en juego otras sustancias prohibidas en el mundo del deporte y que son consideradas dopaje, pero no son químicamente esteroides: hablamos del clembuterol (un medicamento que se usa para el asma), la hormona de crecimiento, la insulina, los corticoides, los diuréticos o la eritropoyetina (EPO) que se usa en el ciclismo. La mezcla conlleva un resultado fatal para la salud.
Causas de vigorexia y abuso de esteroides
El abuso de esteroides parte de una premisa de insatisfacción con el propio cuerpo y la distorsión cognitiva de verse insuficientemente fuertes, incluso enclenques o demasiado delgados. La exposición a cánones de belleza casi inalcanzables a través de las redes sociales, la pobre gestión emocional, el perfeccionismo, una autoestima baja o incluso un trastorno narcisista de la personalidad son características que están detrás tanto de la vigorexia como del consumo de estas sustancias.
Efectos de los esteroides en la salud
La peligrosidad de los esteroides, sobre todo a largo plazo, es una evidencia. Podemos hablar de consecuencias tanto a nivel físico como mental.
En el plano físico provocan un desbalance en las hormonas que resulta en calvicie, ginecomastia, infertilidad y encogimiento de los testículos en el caso de los hombres, mientras que en mujeres puede agrandar el clítoris, hacer el tono de voz más grave o provocar un exceso de vello corporal. Asimismo, afectan a órganos fundamentales como el corazón, aumentan la presión arterial y el colesterol que a largo plazo puede derivar en ataques cardíacos o ictus, aumentan la probabilidad de padecer cáncer de hígado y provocar fallos hepáticos, en la piel provoca acné severo, quistes o ictericia, a nivel músculo-esquelético debilita los tendones…
Respecto al apartado psicológico y también como consecuencia del desbalance de hormonas, puede provocar ira excesiva, irritabilidad, aumento de la agresividad (también conocido como “roid rage”) y agresiones, ideación obsesiva y paranoide o insomnio. Asimismo, la idea de dejar de verse tan grandes, fuertes y estéticos si dejan de consumir esteroides es precisamente lo que engancha y lo que hace a la persona entrar en ese círculo mortal de insatisfacción crónica.
Tratamiento
Cada persona es distinta, y es necesario individualizar el tratamiento y adaptarlo a cada caso concreto, si bien es cierto que la terapia cognitivo-conductual puede ser una herramienta muy eficaz a través de la modificación de las conductas propias de la vigorexia cómo contar calorías o pautar un tiempo determinado en el gimnasio para que la persona aprenda a convivir con ello de forma sana, así como la abstinencia total de esteroides y otras drogas que sean susceptibles de cambiar la conducta y la personalidad.